Convertidos en reptiles
por orden militar y esquivando balas por suerte divina, Rafael y
su compañero consiguen llegar a la trinchera más trastornada.
Empachada de cadáveres está toda ella tras el mástil desde el
que navega las transmisiones del bando nacional en esta guerra de
hermanos. Reparar el cable es la orden.
Ambos en sus silencios ven el balanceo del cable torturado por el rebote de balas que decoraban de agujeros el mástil que sostiene la derrota o la victoria.
Ambos en sus silencios ven el balanceo del cable torturado por el rebote de balas que decoraban de agujeros el mástil que sostiene la derrota o la victoria.
A Rafael le duele la espalda verlo. Le
duele todas las virutas de metralla incrustada en carne, espalda
que retiene el metal como sostiene la radio de transmisiones.
Y en eso comenzaron a compartir sus silencios mientras por la radio se oían órdenes de demasiado lejos. Se miraron por detrás de los ojos y se arrancó uno: “voy yo que tu tienes mujer” “que voy yo que tu tienes madre” “que si tu tienes mas hijos” “si, pero tu tienes uno paralítico” y así hasta que volvieron a compartir sus silencios.
Y en eso comenzaron a compartir sus silencios mientras por la radio se oían órdenes de demasiado lejos. Se miraron por detrás de los ojos y se arrancó uno: “voy yo que tu tienes mujer” “que voy yo que tu tienes madre” “que si tu tienes mas hijos” “si, pero tu tienes uno paralítico” y así hasta que volvieron a compartir sus silencios.
De
soslayo el uno trepó rápido mientras el otro apretó los dientes,
llegó arriba el uno y el otro abajo sudando segundos. Entonces,
en ensordecedor ruido, se rompió el cielo, el uno cayó muerto
con una bandolera hecha de agujeros que cruzaba su pecho, ojos
ciegos, hoyos que lloran sangre. En el otro todas las virutas de
metal se retorcieron en su espalda.
Cinco años después de la guerra civil la mujer de Rafael Mena Suarez aún de vez en cuando le extrae alguna viruta, documento de guerra , historia que no se quiere recordar. Su espalda ya casi dejar de ser gris.
Cinco años después de la guerra civil la mujer de Rafael Mena Suarez aún de vez en cuando le extrae alguna viruta, documento de guerra , historia que no se quiere recordar. Su espalda ya casi dejar de ser gris.
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