viernes, 25 de julio de 2014

OFICIO DE CAMBUYON 2: Andorra no pertenece a la unión europea.

     25 litros de Portugal (2 garrafones de tinto y 3 de un blanco que es deseoso refresco), unas 15 botellas de alcohol fuerte y 500 euros de tabaco andorrano (del que es mas barato que en Canarias). Esa era la carga con la que desde el país luso viajamos ya rumbo a cruzar la frontera con Francia por Perpignan.
     Vamos en un honda civic que apenas nos costo unos 80 pound en un auckland de South Devon, y que al arreglarse el limpiaparabrisas trasero, de a un bache en Alentejo baixo, nos hizo pensar a todos que este coche iba a mejor.
     De Inglaterra a Alentejo baixo somos Antonio, Keith y yo. Antonio regresa a su casa, Portugal, ya sin adicción a la metadona después de varios días enchumbandome en sudor las sabanas de la cama que le dejé para tal metamorfosis (pero ese es otro cuento). Él viaja con ganas de reencontrar confort cultural, la afinidad que tanto le cuesta empatizar en Inglaterra.
     Keith es ingles de unos 50 años que trabaja con Antonio y yo en la factoría de procesamiento de carne de Bodmin. Al tiempo acabamos los tres viviendo juntos en Plymouth, la ciudad mas cercana. Pero Keith quiere un trabajo cerca Kent, donde vive su hija, que es ya su única vocación. Keith estaba, como se diría, de vuelta.
     Hace años había trabajado para organizaciones criminales de Londres que igual le enviaban a cuidar, recortada en mano, un hangar lleno de tabaco para contrabando en Marbella, que transportar hasta Londres cualquier paquete desconocido. También fue trabajador independiente y eso lo sabia bien aquel director de sucursal bancaria en Kent que siempre le esquivaba. Hasta 3 veces le atracó y aparecía en casa con pasajes de avión para toda la familia con destino a muy lejos.
    
    La idea era suculenta, unas vacaciones en viaje hasta Portugal que nos hiciera olvidar por unas semanas el frío de las factorías de carne de Cornwall y de paso hacer money con el tabaco y alcohol comprado a un precio que no sea el de Inglaterra. Vendido entre los compañeros de trabajo el dinero no debería tardar en llegar, pensábamos.
    El regreso a Inglaterra fue sin Antonio que decidió disfrutar un poco mas de su confort cultural. De allá, directamente de una bodega a la que nos llevara este, venia el vino. El resto del alcohol y el tabaco lo compramos en andorra guiado por los conocimientos que tenia Keith de los gustos ingleses.
   Pasada la aduana entre Andorra y Francia, nos la teníamos todas con nosotros, y todo fue disfrutar del paisaje del puerto de montaña, unas nieves esponjosas sobre las que se posaban unos pesados tacos de libras esterlinas, el entorno idílico para pensar en beneficios.
    La carretera es una, sin desviaciones, sin bifurcaciones, sin casas, directa a Perpignan, un destino holístico sin alternativa. Llegamos a una curva y en la curva una miniguagua de la gendarmerie esperando. Paraban a todos: familias gitanas cargadas de cachivaches, un joven francés que depositó un trozo de hachís (spain is diferent) sobre el capón de su coche, dos viejecitos franceses que connotaban unas minivaciones en sus caras y hasta un ciclista tuvo que ser registrado sospechoso de guardar algo. Deben estar hasta la polla que por aquí pase tabaco que no ingresa nada al estado.
    Lo nuestro fue todo un trofeo del día para ellos. 5 kilos de tabaco andorrano, el día de la fraternité.
Un gendarme sacó las bolsas con los cartones y las llevó a la guagua, al alcohol no le hizo ni caso. En la guagua el superior sentado frente a una mesita nos tomaba los datos y preparaba una multa de 2000 euros y nos podíamos olvidar del tabaco.
   En ese estado de preocupación, Keith se fija en la pistola enfundada de un gendarme que se encuentra de espaldas a nosotros. Alguna reminiscencia perversa le tiznó su respingona nariz inglesa con un aire contaminado de violencia y señaló el arma enfundada del policía mientras me susurraba “look the gun sebastian”. Que relieve ese de las personas tranquilas que desatan, en sus apropiadas circunstancia, un demonio de supervivencia. El susurro fue escuchado por el gendarme que se gira rápidamente, nos sonríe y se aleja. Luego mi dialéctica del what we can do? contra la inquietud de animal acorralado de Keith, se estiró como media hora.
   Venimos de un país de la unión europea reclamó Keith, a lo que el superior nos sacó un folleto donde se indicaba subrayadamente que Andorra no pertenece a la comunidad económica europea.
   Que nos mostrara el folleto trincó mas a Keith. Pero a mi me hizo descubrir no tan solo que aquellos gendarme estaban a la defensiva con Keith sino que hasta lo respetaban (y sospecho que no solo por la edad sino ademas porque era inglés). Yo para ellos en cambio era el español (si supieran ellos cuanto no soy de eso), alguien gracioso, pintoresco y hasta obediente. Incluso se atrevían a soltar alguna palabra en castellano entre risas, cosa que no se atrevían con el ingles a causa del escondido complejo en sus lenguas.
    Esta radiografía me permitió acercarme al superior desde el bufón y no el delincuente que acababan de apresar. Poco a poco, entre gestos y señas, fui entrando a la guagua donde ya se encontraba sentado el superior. Solté la palabra “canarí” y algunas caras se pintaron con la evocación de unas vacaciones. Al mas joven que estaba apilando los cartones le pregunté si fumaba y este (que parecía ser el único que entendía mi mal ingles) rió, el de al lado le preguntó que había dicho y al traducirselo toda la guagua rió, se estaba armando entre toda aquella gendarmerie la fiesta de cumpleaños que necesitaba. El último en reír fue el superior y pasada una hora de mi agotador derroche de simpatía, aquel descartó la multa, nos dejó uno de los 5 kilos de tabaco requisados, y nos hizo una carta salvoconducto que nos evitó que dos controles mas de la gendarmerie nos molestara.

   Keith conduce deprisa hacia Calais, quiere salir cuanto antes de Francia. Su boca escupe improperios, un constante “Fucking wanka, fucking stupid english men, dont kow andorra is no in europa”.





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