Ay Rafael que fue el hilo de
aceite humana
saliendo de aquella plaza de
toro lo que te robó el sueño por dos años,
tu oculta espalda de
metralla,
tu marca de bala en el
gemelo,
tus rodillas astilladas,
tu cabeza dura que es mi
cabeza dura.
Tus ansias de saber robada,
tu flor cegada por un mando
superior,
tu país robado,
ella en brazos de un mando
superior.
Y con el tiempo la metralla
fuera,
el insomnio fuera, ella
fuera.
Todo para que conocieras a
mi abuela.
Ay Rafael que te conocí ya
con la cabeza blanda.
Ay Rafael tu rencor olvidado
del que salí yo y lo estoy contando.
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