miércoles, 14 de mayo de 2014

El salto al más allá.

     Y sabrá dios lo que estabas pensando cuando caías de la fortaleza de Ansite rompiendo cardonales, clavándote púas (1) de tuneras que atravesaban tu tamarco y se clavaban ya en un cuerpo probablemente muerto. Tal vez solo eras la impotencia descendiendo al recuerdo de un pasado mejor y algo que no permite desviaciones en el rumbo o en los derechos. Pero ya en los minutos previos al salto nada te podían imponer, nada te podían quitar, ni siquiera el borrarte la vida al grito de Atis Tirma.
     Quizás también miraste a tu alrededor antes del salto y los vistes mas perdidos que nunca, mas serios que nunca, como si hubiera sido más de 7 días de asedio como si hubiera sido siglos. Unas caras evocando la aceptación de que ya no había cabida para ellos en aquella su isla. Los que no se convirtieron habían asimilado eso desde hace mas de 10 años pero ninguna cultura se enfrenta despreocupa a su muerte.
No se si el Faycan de telde comenzó entonces a bendecir o maldecir pero probablemente ya sus pies estaban al lado de los tuyos.
     Tus ojos viendo el viento en sus pelos, tu mirada de magma cayendo al invasor y sentir las espingardas y los cepos y ya todo hacerse mas claro para ti. Y ni una sabiduría de Guanarteme derrotado, ni una huida de Guayarmina convencida pudo amedrentar el salto a la eternidad. Quizás así o de cualquier otra forma fue tu salto, no lo sabremos, pero aún se oye hablar de ti.



(1) Sabemos que no habían tuneras en la época de la conquista, ¿pero habrá algo mas doloroso que unas púas de tuneras clavándose en la piel?.

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