Bonifacio Santos Herrera, que era hombre de facciones y corpulencia
guanche, nace en 1947 en la isla de los hablan silbando. Entre todos aquellos que le conocieron
es descrito como hombre bondadoso y entrañable, con esa cualidad de los canarios para saber
hacer de todo: construcción, fontanería, mecánica, electricidad,
soldadura, cerrajería.
Ante una realidad que no se le escapa a nadie decide militar en las
filas del MPAIAC. En 1981 se ve obligado a exiliarse en Francia. En
1988, en el marco de la colaboración entre Francia y el estado
español, la policía francesa quiso entregarlo a la española y tuvo
que huir a los Estados Unidos. Hacía rato que le venían
persiguiendo.
Continua su exilio en New York. Allá establece relación con una
portorriqueña. Él se encarga del cuidado y mantenimiento de sus 5
hijos a pesar de no ser su progenitor incluso habiendo acabado la
relación con ella.
Allá, en el exilio, en un frío de invierno Newyorkino, en
circunstancias aun por desentrañar, muere asesinado Bonifacio a los
62 años.
Angel Cuenca Sanabria que lo entrevistó en su exilio de París cuenta
que Bonifacio emite una frase que es todo un alegato a su martirio:
"No soy reinsertable con España”.
Bentor, el Mencey que se lanzó al vacío en Tenerife después de la
derrota en Acentejo, vuelve a gritar vacaguaré 6 siglos después.
Un
día, en los hijos de mis hijos, me levantaré (longko Kallfükura).
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