Dicen
de aquel árbol, que extrañas influencias regala a las personas que
a su vera se acercan.
Lento y pesado de pequeños copos
despeluzados crece el Drago. No florece todos los años "y ni
falta que le hace" dicen los viejos de aquellos terruños.
Solo una vez cada cuatro años se llena de primorosas flores
amarillas, pero si la lluvia no fue buena no le importa demorarse
todo un año con tal de que sus flores sean las más coquetas del lugar.
Lo plantado a sus pies crece con una vitalidad y a un ritmo descomunal. Y en esos atípicos ciclos navega el tiempo por
siglos, incluso milenios, el árbol que todo lo ve.
No muere se
seca, no se cae lo cortan, no es una leyenda solo es un árbol.
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