sábado, 26 de abril de 2014

EL AGUJERO.

Regresaba Lobato de fiesta solo cuando vio aquel cuidado ficus plantado en el casco antiguo de Las Palmas. Al verlo recordó lo mucho que habían solicitado en su barrio de San José por un arbusto, árbol o planta para el hoyo que hacía de jardín frente a la iglesia.
Se agachó y comenzó a cavar la tierra de alrededor del ficus con sus manos ebrias. Desde resoplido a resoplido estuvo Lobato hasta que consiguió sacarlo intacto alzándolo como trofeo en mano. Luego recostado en su hombro caminó hasta su barrio donde lo plantó en la ausencia que tenía aquel agujero.



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