En quijotesca
caravana de sueños viaja el grupo de teatro de Carlos Ballejo.
Va arrastrando por los pueblos de españa los clásicos que alguna vez manaran de ellos.
Rincón aquí rincón allá, de las Glosas a Cervantes, los cómicos
de la legua navegan al soplo del cierzo, impregnando de calle
rústica sus textos, adaptando los clásicos al presente mas
llano. Magia que inunda de magia los pueblos.
Pero "entonce era el fablar" y las palabras pedían volver a la cuna, así va rastreándose por las tabernas la puta del Vizcaíno fingido, mandando el auto de la pasión de Lucas Fernández a San Pedro a por fieles, en la esquina más lejana de castilla, escuchando oculta la celestina mientras el viejo celoso la busca congregando a los habitantes en calles empedradas de casco antiguo o en los bares después de una función.
Autosuficientes, autoculturizados, montan los cómicos de la legua sus propios escenarios. Mano con martillo hacedor de escenarios, mano con espada protagonista de él. Y mano con gorra pidiendo permiso para continuar.
Mujer pequeña de cara redonda, Cruz Sánchez es un pedazo de este conglomerado, pasta base de la cultura. Ella tanto cantó una nana gitana, como hizo de Maria Magdalena o de puta alegre e ingenua. Todo lo mismo bajo un puente, que en soportales de convento como en Molina de Aragón.
Hoy aquella mujer hace recados a la cultura en el instituto nacional de las cualificaciones y mientras habla conmigo sueña con una comedia de la milla que navegando vaya recorriendo todos los pueblos de las islas canarias.
Pero "entonce era el fablar" y las palabras pedían volver a la cuna, así va rastreándose por las tabernas la puta del Vizcaíno fingido, mandando el auto de la pasión de Lucas Fernández a San Pedro a por fieles, en la esquina más lejana de castilla, escuchando oculta la celestina mientras el viejo celoso la busca congregando a los habitantes en calles empedradas de casco antiguo o en los bares después de una función.
Autosuficientes, autoculturizados, montan los cómicos de la legua sus propios escenarios. Mano con martillo hacedor de escenarios, mano con espada protagonista de él. Y mano con gorra pidiendo permiso para continuar.
Mujer pequeña de cara redonda, Cruz Sánchez es un pedazo de este conglomerado, pasta base de la cultura. Ella tanto cantó una nana gitana, como hizo de Maria Magdalena o de puta alegre e ingenua. Todo lo mismo bajo un puente, que en soportales de convento como en Molina de Aragón.
Hoy aquella mujer hace recados a la cultura en el instituto nacional de las cualificaciones y mientras habla conmigo sueña con una comedia de la milla que navegando vaya recorriendo todos los pueblos de las islas canarias.
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