miércoles, 14 de julio de 2010

Cochino Negro Canario

    En los tiempos en los que en la isla no había vertederos, el container era un cochino negro, y ahi acababan los restos de comida, cultivos, sueros de quesería y otros muchos desechos engordando un puerco que era hermosura de animal nutrido. Era fiesta de mucho jolgorio la "matanza del cochino", oportunidad para convidar a todo el vecindario a tacos de carne frita.
    De tamaño medio, el cochino canario es negro y plateado como una noche con luna. Sus orejas grandes y triangulares son pintaderas que van en busca del arrugado hocico que de tan cóncavo parece un agujero succionador de  alisios. Es su oscuro pelaje un felpudo de gruesas verguillas que dañan la mano de quien lo acaricia.
   Raza longeva de lento crecimiento, puede tardar de seis a ocho meses en alcanzar un peso de sacrificio entorno a los 70 kilogramos, el doble de tiempo que un cerdo blanco. Esta propiedad es la que hace que la disposición de las fibras musculares confiera a la carne un exquisito sabor,  debido fundamentalmente a la mayor infiltración grasa en la musculatura del cerdo.
    Su penitencia a tal rareza es estar en peligro de extinción. Se sabe que existe desde antes de la conquista a la que también sobrevivió. Era su territorio todo el norte áfrica hasta que el islam en su expansión lo eliminó del continente, quedando su genética  de animal superviviente en aquellas islas.
    Este cerdo no es violento pero si algo testarudo, hasta que no se le mata para el banquete no deja de hozar y gruñir., un gruñido de risa irónica como diciéndote con sus ojitos aceitunas “ya sabía que iba a morir”.

domingo, 11 de julio de 2010

EFECTOS FISIOLOGICOS DEL ALMA I : EL DOLOR.

Se lee en la wikipedia “Insensibilidad congénita al dolor con anhidrosis o CIPA : rara anomalía genético/hereditaria del sistema nervioso que produce una ausencia de la sensación dolorosa, calor, presión y frío”. Y yo me pregunto como será la vida de un enfermo de insensibilidad congénita, como será eso de no sufrir del lumbago en los incómodos asientos de vuelos regulares, como avisará la mastalgia del periodo de ovulación, y eso de que no te repudie el olor de un metro cargado de metano a las 3 de la tarde de cualquier día laborable, como se sueña una pesadilla sin el pánico.

Y afectará solo al dolor físico, si somos psicosomáticos y el dolor de la perdida de un ser querido podría ser como el cosquilleo en la pierna amputada. Como imaginar ese aséptico paraíso de nubes de porcelana y espejos ciegos, la estridente algia de las articulaciones después de hartarnos a mariscos, la presión de un cuerpo debajo o encima, una boca mordiendo otros labios y la pequeña muerte florecida al final de la cabalgata.
Debe ser como permanecer sordo a la realidad, como robarnos la incomoda mirilla que nos advierte del inminente peligro de desconcentrarnos del mundo. Un cuerpo que te abandona y te deja solitario con tu alma que perdió el cincel con el que expresarse, con el que labrar el reflejo que nos arroja salvajemente, dolorosamente lo que somos.

Pero he aquí la dicotomía, que sería también la iglesia y los cuarteles sin excusa. Sin hacer apología de una cruz pesada y mugrienta cuyas astillas se clavan en el corazón cansado. Sin la letra entra con sangre de colegios militares, ni conservadores médicos esquivando recetas de morfina a enfermos terminales retorcidos en sus últimos dolores.

Si, seria seguramente un poco violento para los modelos que dominan el mundo, sin amenaza que refuerce su doctrina. Convertido nuestro paciente en el superhombre de Nietzsche, que superó a dios y a la patria cercenando su excusa aunque no sepa cuando hay que ir a orinar o cuando hay hambre.

Pero la condescendencia, a pesar de no ser una cualidad del superhombre, es tan hermosa también. De nuevo el efecto bipolar, pues quien es capaz de quitar a una viejita creyente su penitencia , quitarle su redención, su ánfora llena de padrenuestros, rosarios y rodillas en tierra sobre carretera de asfalto. Quien se atreve a matar su sentido vital (matar a la vieja al fin y al cabo). No en vano se sabe que la meditación (sea católica, musulmana, o budista) incrementa la inmunidad al dolor aumentando los niveles de endomorfinas, el neurotransmisor que va en busca del dolor y se lo come.

E yendo mas allá ¿para que el dolor? para que pasar por el sufrimiento si hay otras percepciones mas intelectuales que nos permiten conocer la realidad. Quizás en el futuro la medicina vaya mas allá de la morfina, extinguiendo el mecanismo nociceptivo, endomorfinando al mundo, dopando a la gente que ya no necesitara una vida saludable y ejercicios matutinos que nos incremente la hormona del dolor. Los médicos, ya mas metidos en este siglo, dirán que eso de sufrir con catolicismo ya no se lleva y darán mas pasos de los que se necesitan para la utopía. Dejará de ser una entelequia el aniquilar el dolor, y la utopía dejará de ser una ilusión para ser otra cosa que no sabremos definir, y que se estudiará en la facultades de filología como se estudia una lengua muerta.

Los médicos en su eterna ignorancia desconocerán que su remedio es solo una epidural en el sufrimiento de un parto, obviarán que la vida sigue su indescifrable camino después de nacido. ¿Quien se atreverá a explicarles que hay algo como debajo o encima del dolor que empuja fuerte y nos lanza a los otros e incluso a uno mismo? ¿quien les explicará que si el dolor nos paraliza es solo para una pronta recuperación?.

Los sadomasoquistas quedaran en paro, la algolagnia ya no será mas el placer del dolor para tener otro significado (la palabra suena demasiado clásica para quitarla así no más del diccionario). Los masoquistas escandalizados reclamaran el robo de la erótico de unos azotes en las nalgas y habrá quien denuncie que el sexo se ha vuelto desabrido. Dejaremos de tener cayos, las heridas permanecerán abierta por siempre, y las madres lloraran sin dolor la perdida de un hijo. La inteligencia emocional ya no hará falta porque no sera necesario evitar hacer daño a los demás.

¿Y los poetas? Sobre todo los poetas, que será de los poetas (¡que alguien los salven por dios!), que será de la apergaminada luz de las antiguas farolas del puerto de la luz descrita en tristes versos por Alonso Quesada, donde podré redescubrir Agaete sin los versos de Tomas Morales. Eso si nos dolerá de verdad, esos sentimientos si serán difícil de olvidar aunque nos quiten la natura. Una ingeniería médica contradiciendo a lo humano, la atermicidad de la bóveda celeste.
Porque como negar que incluso la vida a planeado que la sabiduría sea preferentemente contenida en un viejo cuerpo dolorido, como negar que se hace el milagro con el dolor de un parto, y parte el corazón un adiós, y despiertan tiritando el miedo los reclutas al ritmo de un grito afónico. Como negar que le duele los rayos de sol al verano en una larga estación que finaliza agonizante.

Entrar en el mundo con dolor cuando nacemos y salir de él con dolor cuando nos morimos. Inherente al humano, precavido aquel al que todo le duele y esquive el frío del invierno con calor humano y se refresque sudando emociones mundanas en el sopor veraniego y contemple con hiriente nostalgia la hoja muriendo en otoño.

No sufrir dolor nos acorta la vida, no sentir el hormigueo en la pierna puede producir cojera, una coagulación de los sentidos, la antinatural inmovilidad en lo incomodo de un cuerpo sentado que no reacciona atrofiando una cadera, generando una hernia o una úlcera. Una ausencia en el aprendizaje, un test prueba-error nunca pasado,una anhidrosis secándote por dentro mientras en un televisor se puede leer “estas imágenes pueden herir su sensibilidad” (eso es un morbo infecundo, acuso).
La insensibilidad congénita hasta que los comerciales lleguen ofreciendo un hombre rudo que vigorosamente no sentía dolor. A mi gustaría explicarle a la wikipedia, que es una pena, pero el CIPA no encaja conmigo.