domingo, 31 de mayo de 2015

La Batería.

   Se hizo una pequeña modificación en el inventario y la batería de trailer acabó vendida en el barrio por 10 talegos, eso fue a la tarde. A la noche el mono reactivó la imaginación y regresaron a la casa donde enajenaron la batería. “Maestro no sabe lo que pasa, que la guardia civil nos preguntó por la batería y andan buscándola por tol barrio”. El caballero que abrió la puerta se desaló, “quiten, quiten, llévense la batería de aquí, llevensela”. A la madrugada, después de mucho arrastrar la batería, vuelven a venderla por 12 talegos.


lunes, 25 de mayo de 2015

Evita en Canarias.

   Unos barcos cargados de carne en lata y trigo. Casi ná para la Canarias de posguerra. Fue lo que podríamos llamar una extrapolación del efecto peronista.
   Meses antes Evita había entrado a la catedral de Las Palmas acompañada de un séquito franquista. De esos días todo lo que se podía ver de los canarios cabía en el canto de un papelillo. Esqueléticos, desnutridos, debieron ser preocupación para la familia Perón. Y es que más que ser socialismo nacional, en ese gesto, el peronismo parecía ser universal.
   Pero la leyenda, capricho maquiavélico, decidió que los barcos fueran desviados a Nápoles, forma del régimen de pagar a Italia su ayuda en armas y equipamiento. Hay quien dice que todo fue una campaña mediática entre Franco y Perón. El hambre continuó en Canarias, lamentablemente el hambre no es mediática.





domingo, 24 de mayo de 2015

Viento rudo de Las Arenas



Donde el viento se ajusticia las rocas,

donde el viento se lima la arena petrificada,

la marea ruge amedrentando.

Donde el viento la inquietud, lo molesto.

Donde el viento planto una mugrienta caseta,

aduana del pensamiento que sopla.




viernes, 8 de mayo de 2015

El adivino.


    Una hilera de hormigas bordeó su pie y desde su dedo gordo se salpicaron en las migas de pan que se esparcían por el suelo. A eso de las 3 de la tarde era lo cotidiano. Sacaba un bocadillo, dos en caso de ser domingo pues en su profesión se hacia imprescindible establecer los lunes y solo los lunes de descanso, y devoraba las aflicciones financieras de amas de casa desesperadas, estudiantes de últimos ciclos inquietos por su futuro, cocineros en espera de un aumento de retribución y personas con todas esas hondas preocupaciones referentes al money.
    En aquel planeta era espantosa la aversión a la pobreza, se había corrido la voz de que ser pobre era una maldición, el incumplimiento de las obligaciones con el estado, la familia y en desgraciado final con la comunidad. Tal era su mal augurio que hasta la palabra estaba proscrita por ley, mediante un real decreto que promulgaba amordazar a todo aquel ciudadano o no del planeta que quebrantara la norma. Y cuando la circunstancia obligaba a pronunciarla tendían a utilizar expresiones como “pa las chacaritas con el tema”, sinónimos como “degradado” o gestos como cerrar fuerte los párpados y apretujar los labios mientras se niega con la cabeza.
    Imagínese la paranoia que alimentaba el negocio de nuestro adivino, que por otra parte era persona originaria de la más extrema indigencia, pues cuando él las mendigaba, las calles en procesión pronunciaban su nombre con una baba similar a la pus.
    El solo tenia que fijar sus grises ojos en el cliente para visualizar un oscuro horizonte. Decía pronosticar la pobreza de cada cual con un 99,99% de acierto. Al principio la mayoría se lo tomó a coña y le venían con el “pronostícame el orto” o el “pronosticate las chacaritas”, ¿pero quien desanima a quien lleva siendo pobre toda una vida?.
    Contemos ahora que desde el principio hubo un hombre que desde una esquina vio toda la trayectoria del milagroso negocio. Uno que esperó todo un año apoyado en un vértice observando como nuestro pronosticador estiraba sus ilusiones, que al fin al cabo eran las mismas que las del resto de la población: escapar de ser pobre.
    Desde las sombras este hombre (en este cuento llamémosle Oportunista) presenció como aquellos que eran pronosticados de pobreza finalmente caían en el cementerio.
    El caso mas plausible es el de aquel buen hombre que llegó inquieto acerca de un negocio en el sector fotovoltaico que tenia entre manos, entró con la cara como gotea un cuerpo mojado. Le llegaban siempre así, esperando un veredicto determinante. El adivino lo mandó a sentar.

           - verá ud, es sabido que dentro de poco saldrá una ley que permita desarrollar el sector fotovoltaico, y unos amigos y yo tenemos una empresa que instala paneles solares a un precio muy atractivo. Necesitamos saber si la ley nos favorecerá como presagian los diarios. Y necesito saberlo ademas porque tengo familia que alimentar y somos muy religiosos en eso de no visitar las chacaritas.
    Finalizó con una facción cómica.
  
           - Yo solo puedo pronosticarle una desgracia, y ese es el acuerdo que ud ha aceptado cuando entró por esa puerta. Yo voy arrancarle esas cosquillas en el neocortex del alma .
           - ¿Cosquillas en el neocortex del alma?.
           - La curiosidad son unas cosquillas en el neocortex del alma, y con ella ud podrá salir de la ignorancia aunque en triste final la ignorancia solo carcoma un 50 por ciento de sus posibilidades de ser feliz.
           - oiga yo solo quiero saber si me irá mal en el negocio.
           - Entonces nos entendemos.

    Desde el otro lado de la mesa el adivino se alongó hasta tener a un palmo los ojos del cliente, frunció el ceño y volvió a sentarse.
    Al día siguiente el buen hombre preparó una inyección de agua con sal y se la clavó en el corazón vaciando su contenido en el, todo ello después de leer que el gobierno había decidido que el futuro del planeta seria negro y no verde.
    En exitosa predicción tales casos se multiplicaban alarmantemente, lo que creó un pánico social sin precedentes. Las noticias lo anunciaban como el belcebú de los tanatorios, el asesino futuriento, la caja de pandora del siglo 21. Ya no hubo cliente al que pronosticarle un cuervo.
    A pesar que nuestro adivino tuvo la precaución de registrar su negocio como “el adivino de lo oscuro”, un inspector de trabajo enviado por el ayuntamiento dictaminó que la palabra oscuro denotaba algo ténebre, que ténebre y pobreza eran adjetivos que compartían la misma descripción semántica y que “de lo” manifestaba propiedad sobre la pobreza, cosa totalmente equivocada porque era por todos sabidos que la pobreza, al contrario que la riqueza, no tiene dueño. Una abusiva sanción acabó por descuadrar el balance contable del adivino de lo oscuro.
    Cuando las hormigas huyeron y el precio de la calefacción ya no abolía el frio, el adivino volvió al destierro de los callejones. Y es allí donde se lo encontró el Oportunista, pues ellos compartían la afinidad de visitar las sombras grotescas y los suelos manchados.
           -  Ud pensará que estamos compartiendo sombra por casualidad, pero no es así.
           -  ¿Perdone ud?
           -  Mi nombre es Oportunista y le conozco desde hace mucho. Ud es de esos que conoce los gestos callejeros lo suficiente para sobrevivir, pero no esta interesado en más y es precisamente por eso que tiene ese don para ver a la muerte. Porque ud es de los que no piden nada mas que un remanso de paz así sea a lo oscuro, por ello puede mirar a la muerte tan a los ojos, ella no puede quitarle nada, y ya sin excusas se muestra desnuda ante ud a través de los ojos de sus clientes”.
           - ¿Y ud quien es?.
           - Se lo he dicho ya, yo soy el Oportunista, y debo ofrecerle, para cumplir mi karma, la oportunidad de volver a salir de la pobreza a través de tres nacimientos.
           - Ya no es posible.
           - No se ha dado cuenta porque esta muy sujeto a su propia pobreza, pero lo que realmente esta ud pronosticando es riqueza. Recuerdo bien la cara de su último cliente al salir de su cueva, recuerdo también la que tenía cuando entró, se fue contento porque averiguó que el sacrificio merecerá la pena para que el negocio prospere, y prosperar es sinónimo de enriquecerse, ud convirtió una boca en forma de bóveda en una sonrisa, no es tan agria su labor.
           - Podía haber sido al revés, en cualquier caso eso fue solo un efa.
           - ¿Un efa?.
           - Un efecto fisiológico del alma. Como cuando ve algo que le revuelve el estomago y acaba vomitando, el efecto fisiológico es el vomito, pero eso es solo un reflejo de algo mas adentro, igual cuando chico se pasaron con el avioncito y ahora las compotas le dan ganas de devolver, o en aquellas resulta que era helado de pistacho el que tomaban cuando ella le susurró aquello al oído y ahora el verde ni verlo. Yo he de leer también los efas en los clientes para mis predicciones. Y si, un efa esta en una sonrisa pero también en una mueca de asco.”
           - De cualquiera de las maneras ud se vende mal, déjeme ayudarle a reflotar el negocio.

    De la mano del Oportunista las perspectivas cambiaron y en menos de un año el negocio llegó a ser mejor de lo que era y este fue su primer nacimiento.
    Pero por uno de esos rasgos de la naturaleza humana Oportunista había registrado “El adivino de riqueza” a su nombre, hecho que no gustó mucho al adivino, pues era hombre acostumbrado al expolio.
    Desde una oficina con una mesa de caoba, 3 secretarios y sin hormigas, se pronosticaba, incluso telemáticamente, el enriquecimiento de empresarios del petroleo, políticos sin escrúpulos y artistas desamparados.
    De aquella época la consulta mas excepcional fue la de aquella chiquilla de unos 17 años que entró firmemente erguida sin tan siquiera tocar a la puerta.
           - Verá ud aunque le parezca joven tengo una preocupación que me rompe la calma, es una angustia por saber que me deparará el futuro en el amor. Porque a pesar de mi prontitud si sé que hay compañeros que son cuchillos y la tratan a una como una inepta , como que una no se merece pronunciar el verbo. Y le juro que no quiero eso para mi, no quiero eso yo.
           - Yo no puedo pronosticar el amor, no al menos el de yunque y martillo. Los silogismo que se cumple para hacerse rico no son los mismos que para el amor y de repente se encuentra ud con un loco con una cuerda o a una artista con un picapedrero. Es un pato comiendo carne el amor, eso no hay quien lo pronostique.
    La chiquilla no quiso pagar y se fue muy enfadada mientras llamaba al adivino cobarde, deshonesto, dinosaurio y otras muchas cosas mas que no se llegaron a escuchar en su rápida salida.

    En la cúspide de los beneficios incluso algunos jefes de estado solicitaban su vaticinio y el asunto se fue complicando. A esto sumaremos que las consultoras internacionales quebraban por insostenible competencia. Los gobiernos acordaron acorralar aquel negocio que amenazaba sus empresas, pues es demasiada soberbia no aceptar que pronosticar riqueza es cosa del capitalismo y no de un adivino. Por medio del consenso de todos los partidos políticos se arregló una ley para un aumento extraordinario en la cuota de autónomo a toda consultora con algún trabajador que tuviera asiento en el registro de sancionados y con ojos grises trizados de miel.
    No sabremos como la enfrentó la otra, pero de las dos consultoras a las que se le aplicaba la ley, la del adivino de riqueza inicio una evasión de capital hacia un archipiélago en forma de serpiente que promocionaba la liberación del beneficio. Y esa transferencia fue su segundo nacimiento.
    El asunto fue estudiado minuciosamente por el ministerio de hacienda, de oficio se emitió una orden de detención sin fianza para el propietario del negocio por considerarse éste, elemento subversivo incorregible. Por su parte el adivino se hizo humo y compró un pasaje a otro continente.
    Con el tiempo la gente olvidó a los protagonistas y cada cual regresó a la rutina de comprar los sábados a la mañana, preparar el café del mediodía tras la siesta, a preocuparse por el seguro del coche una vez al año, las amistades de sus hijos, el carmín en el cuello y todas esas presentes cosas seguros de que tanto la riqueza como la pobreza no son importantes pronosticar cuando uno está inmerso en esas realidades.
    Y se compró un islote en la zona mas austral de aquel planeta donde pasa los días en su flamante yate curricando alrededor de la islita mientras alguien prepara mate. Pero ahí a ratos, se le acerca la imagen de aquella mujer recriminándole el no haber sido lo suficientemente valiente para pronosticarle el amor, aunque él bien sabe que es de ineptos pronosticar el verbo cuando los sujetos que lo desean no se conocen. Y ese fue su tercer nacimiento.