Yo quiero convencerla de que efectivamente he nacido y además más de una vez. Pero mi problema es como sacarle esos nacimientos de su memoria si fueron nacimientos en el pasado y quizás su accidente provocó alzheimer en la luna.
Una de esas veces que nací estábamos tumbados y ud hacia piano en el aire con los dedos del pie, aquello era un arcoiris. Y a pesar que es un contorsionismo que jamás le he visto a nadie no creo que eso fuera lo que me hizo nacer en aquel momento. Quebraré mi cascarón oscuro para ud, le confesaré que fue un nacimiento en los dedos, en el pie, en sus
valles y lomas, en su corazón golpeador, en su grande y bella
cabeza de latinoamericana, en sus pecas soleadas.
Lo recuerdo muy bien, esa fue una de las veces que ud me ayudó a nacer sin saberlo, simplemente siendo ud articulando unos dedos del pie (reconózcalo ud no es famele fatale, yo he visto lo que hace una femele fatal y ud no esta ahí dentro aunque se juzgue mal).
Y en festival del recuerdo déjeme sacarle de la laguna otro nacimiento. Este fue la lectura callada que sin embargo, en nuestra frecuencia canina, escuchamos al unísono. La lectura de un cartel que se nos mostraba preocupado al abrir la puerta trasera de la combi. Aquello fue un nacimiento silencioso valdiviano , créame, incluso para ambos.
Estoy con ud en que a este mundo no le hace falta mas ingenieros, ni abogados, ni futbolista ni todos esos profesionales, pero en mi caso (y ya se que este nacer por decisión nada tiene que ver conmigo, pero permítame el capricho de ponerme en faceta) ya es tarde y el título debe andar por ahí.
De cualquiera de las maneras no se me aplica el cuento. No solo porque, ud o yo ,crea que haya o no nacido, sino además porque ya he muerto.
Este texto contiene frases y extractos de “Nacer por decisión” de Constanza Montenegro.