martes, 28 de abril de 2015

De los milagros humanos.

   No bien enfocaba Mame Cheikh Fall su cachimba al sol el poun se prendía. Serigne Touba amansaba leones hambrientos que calmados se recostaban a su lado. Son milagros divinos. Como aquel que me vistió de Miguel Mármol al perder aquella chiva en Pescador que luego sería tiroteada en Siberia. Yo tenia en las manos unos yogures caseros y unos quesos que Lila me había mandado a comprar a pescador. Recuerdo que se me pasó la hora de la chiva y había que esperar como hora y media más para la siguiente. Rápido llegó la noticia y la señora de la tienda, a cuya hija Lila ayudó a ingresar en la universidad, dijo “no se vaya todavía, quédese por aquí”. Luego otra señora entró y comentaron el suceso y empecé a entender que estaba sucediendo.

   El milagro fue perder la chiva y en este caso también divino pues la bendición de un Fall se hizo necesaria antes de viajar a aquel país.

   Que no saliera el pozo que intentamos hacer en Taw Feex también en si fue un milagro. Porque vete tú a saber las cosas de Mame Cheikh Fall, igual resulta que se empieza a sacar agua sin tino y se agota el acuífero en un par de años, o es el castigo al pequeño toubab que viene a imponer su occidentalizado criterio, o quizás la cosa no era hacer un pozo sino embalses para los meses de lluvia como decía Cheikh Dame, cualquiera sabe.

   Sería un milagro divino y hasta deseable que no se encontrara petroleo en aguas canarias. El retorno de boomerang que la naturaleza impone al lanzador de una ley mordaza.

   Pero hay un milagro que por ser humano para mi sobrepasa cualquier otro, es el milagro creado por la gente que habla junta, que ríe junta, que come junta. Un milagro éste, que es capaz de llenar la mesa de un kitchen porter de platos de comida intactos de clientes desconocidos en un día de trabajo con hambre. Fue un milagro humano and it was in Hope Cove.




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