sábado, 26 de abril de 2014

El alzamiento postergado oculto en los genes I: Jose Martí.


     108 años después del ajusticiamiento del Intendente Ceballos en Santa Cruz de Tenerife, nace en esta misma ciudad Leonor Pérez Cabrera. En la canarias colonial no era cosa de mujer aprender a leer y escribir, de modo que a escondidas fue cosiendo letras en su cabeza que vistieron palabras que arropaban libros.
     Sin alcanzar la mayoría de edad emigra a cuba con sus padres donde la semilla de un valenciano le preñará 8 hijos. El mayor, José Martí, desde su carácter callado organizará con otros la descolonización española de Cuba. La sumisa canaria de educación colonial, y ya de vieja sumida en la pobreza, volvió a parir a Bentejui.




Presente de Edgar


Edgar no se pierde un segundo de vida, la busca, la devora, está en
ella comiéndosela a bocados mientras le sonríe. Edgar no quiere ni
al futuro ni al pasado, ni las flores del mañana ni las que quedaron
atrás, prefiere el contacto vivo del presente y se concentra en
ello.


LA ERA DEL PICUDO ROJO.


    Aún recuerdo cuando llegamos a estas costas atlánticas del norte de
África. Traídos en oscura bodega desde Egipto sobrevivimos comiendo de las
palmeras datileras que compartían con nosotras el salitre de este largo
viaje.
        Pensamos que el fin de nuestros días era ya una realidad, ni por
asomo se nos pasó la idea que sobreviviríamos al puñado de palmeras de mala
calidad que no servían para nada. Cuando arribamos a la que en aquellos
días considerábamos la tierra prometida una nueva esperanza brotó para nosotras.
Todo luz, todo palmeras, las islas se nos abrían hospitalarias. Nosotras
las cabalgábamos con la frescura que dio abandonar nuestras decrépitas
portadoras que ya comenzaban a tufar a podrido. No tardamos en cambiar a
mejor vida, ya de nuestros antepasados habíamos oído hablar de las
espérides. Islas que algunos ancestros alcanzaran en alguna embarcación romana,
posado en el pelo de algún esclavo de galera o invernando bajo la armadura
de un romano, quien sabe.
       El primer puerto en arribar se situaba en una isla llamada gran
canaria, ya de al poco de eclosionar de mi larva había oído hablar de este
terruño que un antepasado de origen fenicio vislumbrara en velero comercial
de ruta fenicia. Pero jamás imagine palmerales tan densos de copas redondas
en perfecta circunferencia, lamparillas coquetas que las támbaras tiñen de
color calabaza , jugosas hasta el final.
       Pero como no hay campaña sin mecenas nuestra histórica aventura
atlántica no hubiese sido posible sin Santomé Cazurro, prospero empresario
canario que tuviera la gracia de comprar aquellas inservibles palmeras para
revenderlas en canarias, en verdad tuvo buen geito nuestro padrino, pues
¿quién vende pesetas a duros?.
       ¡Que lejos queda ahora aquel barco!, y es que ahora es otra cosa.
Pavoneo mis alas con descaro, brillo de esmalte rojo, belleza de lo
pequeño, dueño del destino de unas palmeras. Lo cierto es que nos expandimos rápido
por las islas y con nuestra presencia proclamamos la era del picudo rojo.
        Pero entonces era otro cantar y no faltaba palma a picudo,
sabrosa támara canaria tan diferente de aquellas de la polinesia de las que
somos originarias. Y es que unas islas son poca cosa para las que ponemos
de 200 a 400 larvas de una asentada. No tardamos en apretujarnos en las copas
de estas endémicas canariensis, que ya empezaban a escasear al ritmo de
nuestro hacinamiento. Que sumisos y confiados los humanos de este lugar ¿y en
verdad que creían que éramos un simple escarabajo?. Hubieron algunos cuyas voces
para oídos capados alertaban de nuestra presencia amenazando nuestra
supervivencia, y es que la era del picudo rojo se volvió negra en este
frágil y limitado ecosistema.
       Solo nos resta que nuestro portador nos reenvíe con algunas de estas
estropeadas palmeras en trapicheo a alguna isla de cabo verde en algún
chanchullo de los que hinchan el bolsillo. Pero ya casi no queda tiempo,
lucho a cornadas en esta última despeluzada joya canaria para que mis hermanas no me
arrebaten lo poco que me queda.
       ¡Aah!, Santome Cazurro, primo de la muerte pensamos en aquel
entonces en Egipto, lo revivimos como padrino de la vida cuando llegamos y ahora lo
rematamos como padre del olvido. ¿Por qué nos has abandonado?.


EL AGUJERO.

Regresaba Lobato de fiesta solo cuando vio aquel cuidado ficus plantado en el casco antiguo de Las Palmas. Al verlo recordó lo mucho que habían solicitado en su barrio de San José por un arbusto, árbol o planta para el hoyo que hacía de jardín frente a la iglesia.
Se agachó y comenzó a cavar la tierra de alrededor del ficus con sus manos ebrias. Desde resoplido a resoplido estuvo Lobato hasta que consiguió sacarlo intacto alzándolo como trofeo en mano. Luego recostado en su hombro caminó hasta su barrio donde lo plantó en la ausencia que tenía aquel agujero.



LA LUZ

Si, la luz trasera no funcionaba. Recuerdo haber estado toda la tarde intentando arreglarla mientras Coni limpiaba con la aspiradora emprestada por la vecina los asientos delanteros de la combi. Wolkswagen combi que arruinara mi bolsillo y en la que tantos días de viaje hacia el sur compartimos Coni y yo. También recuerdo haber movido algunos cables de debajo del tablero del coche siguiendo el camino del cable de luz, y en uno de esos milagros inexplicables de la electricidad, arreglarse la bocina justo en el instante en que Coni le pasara un trapo a esta y sonara asustándonos gratamente.
Luego llegó la temprana oscuridad de los días de invierno en Santiago y tuve que dejarlo pensando que mañana con la luz del día vería que fusible corresponde a esa escurridiza ampolleta que tantos buenos momentos alumbró. En aquellas horas todavía no habíamos empezado a discutir. Sería a la hora del sueño cuando a Coni se le antojaba enfados y reproches.
Aquella noche el sueño y el cansancio se hermanaron en mi cuerpo, por ello cuando ya en la cama coni me comentó en mi ensueño que la próxima semana cumplíamos 8 meses de estar juntos, a mi las fuerzas y el sueño no me daban mas que para emitir un somnoliento ruido de afirmación. Ella respondió que “waaaau” que parecía muy emocionado y ahí estallo la pólvora. Tan tenso me puse que quedé desvelado tras una acalorada discusión. Eran las 12 de la noche, la hora de las discusiones.
Mas tarde, con las aguas mas calmadas, el vecino del enfrente tocó la puerta para advertirme que la luz trasera de la combi estaba encendida, que podía quedarme sin batería. Pero como podía ser si yo mismo estuve averiguando la falla de algo que jamás arreglé. Se lo agradecí y volví a la cama caliente de coni. Le dije a coni que te vas a reír cuando te cuente, que la luz que jamás pude arreglar prendió, y ella contestó que quizás intentaron forzar la furgoneta porque ella escuchó un fierro caer al suelo y un murmullo de gentes que pensó serían los vecinos del enfrente no dándole la mayor importancia, y yo que quizás así se arregló la luz porque vete tu a saber como funcionan los designios de la electricidad, que quizás le debemos a algún cabro impregnado de pasta base que se halla arreglado la luz. Entonces muy juntitos recordamos lo que la luz de aquella combi alumbró durante el viaje y nos abrazamos y nos besamos y el resto se lo pueden imaginar.


O'run-del'lico regresa a la civilización construida para personas.


En el tiempo en que los piratas eran llamados almirantes o capitanes y la civilizacion era construida para las incipientes rutas comerciales británicas, Robert FitzRoy recaló en una de las islas menores de Tierra del Fuego que era tierra de yámana. Allá secuestra a O'run-del'lico un adolescente bautizado como Jemmy Button y tres yámana más. Hasta Inglaterra se los llevan. Desembarcan en Plymouth, donde son mostrados como atracción de circo mientras la prensa inglesa difunde fabulosas historias sobre estos hombres primitivos. Y hasta la presencia del Rey Guillermo IV son traídos como regalos del borde del mundo. A la niña bautizada como Fuegia Basket (Cesta fueguina) la reina le regala un sombrero de los que esconde la cabeza y un anillo de los que atan de por vida. Se les vistieron y educaron según la cultura anglosajona, se le enseñó el idioma de los británicos con la pretensión de que sirvieran de intérpretes a los colonos y se les vistió por dentro de cristianismo. Luego a bordo del Beagle se les regresa a tierra del fuego que ya es menos yamana. Al desembarcar Jemmy Button y sus dos compañeros se desprenden de las vestimentas europeas y huyen al bosque. Caminando lejos, ansiando la civiliciacion construida para personas, vuelven.

Contradicciones 1: Tamascal Canino.

Jorge se mantiene limpio por fuera. Hace ya algunos meses que ha dejado de fumar tabaco así como el placer de las hierbas, no bebe ni come carne y la noche la ha abandonado . Me lo cuenta mientras viajamos en su furgoneta hacia un tamascal en Zamora donde espera ahora limpiarse por dentro. Somos tres en ella y dos perras que son la feminidad que complementa a jorge.
Pero el tamascal no sale como Jorge deseaba, o quizás jorge no era de los que el tamascal esperaba. Al día siguiente volvemos a Madrid pero las perras no aparecen, a Jorge se le han escapado varias veces en el pasado y decide marchar sin ellas. Mientras volvemos es un manojo de nervios que no para de decir que se arrepiente de haber venido, que si el tamascal no se lo han tomado en serio, que si estaba harto de las perras, que si las mujeres no le quieren, que esta pensando en volver a la noche, que invitame a un cigarro, y yo que no te lo tomes asi, que si las perras se fueron es por algo, que el tamascal no tiene porque ser tan liturgicamente cerrado, que tranquilo, que el mundo no conspira contra nadie.
Ya de madrugada en madrid me acerca hasta mi casa, al día siguiente vuelve por las perras.


LA PRECOCIDAD 3 : Coni y la Pedagogía.

Es coni a los 17 trabajando de maestra en una granja escuela a las afueras de Santiago. Le advierten los profesores que cuidado con Buddi que es niño conflictivo de los que no se pueden amarrar y enseguida te estropean una clase.
En este primer dia de clase faltan la mitad de los alumnos y el nerviosismo hace mella en Coni. Pero ella no quiere empezar la clase así y sale al patio en busca del resto. Allí los encuentra sobre un árbol como frutos aún por madurar. Uno de ellos lleva la voz cantante, se llama Buddi y es el líder que guía las acciones del grupo. Él, que no entramos, que estamos sacando nueces, que se cree señorita si nosotros no vamos a entrar, que no estamos ni ahí con la clase. Como muy distraída, con aires de desdén, Coni, que no importa que íbamos a ser queso pero no importa, que después también íbamos a recoger nueces pero no importa, que ya les enseño a los otros pero que no importa que sigan jugando que uds se lo pierden. En esto Buddi, que bueno, que vamos y todo el grupo entra en clase que es ya una clase entera.
Coni pide un voluntario para que le ayude a organizar la clase de preparación de quesos. Algunos levantan la mano, pero Coni pensativa dice que ella necesita a alguien inteligente y responsable que sepa explicar a los demás y que pueda ayudarla a ella, que ha de ser fuerte y capaz porque esto de los quesos no es cosa fácil. Y la profesora Constanza elige a Buddi que orgulloso se levanta para dirigir a la mitad de la clase en la preparación de quesos. Al final de la clase, Buddi pide pololeo a la profesora.


OVERBOOKING



Se metió en el agujero del grifo orientando las antenas con acuciante sed y nervioso paso sabiendo que en cualquier otro estado no se atrevería a tanta urgencia. Una vez más estaba ocupado. Decidió sin más dilación dirigirse hacia las gotitas de orines que solía dejar el pequeño de la familia en el borde de la taza del bater, una tibia bebida que a pesar de todo aliviaba las sofocantes noches de septiembre en las palmas. Notó algo parecido a un terremoto y sintió que el mundo giraba sobre sus antenas, de forma acelerada vio la cara del cabeza de familia. ¡Ñak!.

El coste del pastel.

       Siempre pensé que el medio pastel que me como diariamente iba a dejar a alguien mirando para arriba. Creía era la conclusión propia a la que cualquier humano pudiera llegar, incluso sin una madre que justificando su hambre de otro tiempo te dijera: “comete lo todo que hay niños pasando hambre en África”, y otra torturadora cucharada que hiciera a mi estómago odiar aquel continente.
Yo alcanzaba a entender a ratos las palabras mezcladas en el bullicio de las carreteras del centro de Madrid. Te escuchaba decir que no, que los recursos se inventan, que el hombre es un animal tecnológico, la estaca y el martillo, los 20 brazos mentales del ser tecnológico multiplicando calorías, el eterno sol, la eterna marea.
Empecinado en que si, que se puede, que todo de todos en una fecunda anarquía que la historia ha hecho con inagotables presos. Me dijiste que sino me diera una vuelta por detrás de los supermercados cuando cierran, cuando los yogures caducado rejuvenecen en las bocas de los vagabundos, cuando sobra las cuajadas que chorrean por barbas callejeras que drenan bocas desdentadas, pedazos cariados de la tarifa de vivir en la calle. Te explicaste con los interminables campos de trigales, la multiplicación de los cuernos de comestibles animales, células fotovoltaicas, quijotescos aparatos rotulador del viento, la tecnología en papel celofán que todo lo resuelve.
Reconozco que no supe donde estaba, no sabía si estaba tendido como una pieza más de ropa de las que forran los bloques en polígonos marginales al sur de Las Palmas, o si era una mujer rumana a punto de ser asesinada por adulterio,con su marido arrastrándola al interior del bosque para ser lapidada. Darse cuenta que estaba ahí y que lo ignoraba, que ignoraba la mano con la piedra a punto de desquebrajar la cabeza aceptando que desde siglos antes la ley era así.
Asín sentido, asi perdido en un aire sucio de Madrid que huele a escalera mecánica, a tortilla rebosada en aceite, a mirada sin concesiones, a pisotón en el metro sin la condescendencia de la disculpa, ahorrando el valor que no tiene medida, hecha de coste. Coste que no tiene cuadratura, sin esquinas ni fisuras, auto-contenido, alcatraz en el que estamos todos. Disolvente del hombre que está fuera en lo infinito, sufriendo, suplicando por entrar en el coste. Soñando con el chalet adosado a orillas del mediterráneo y piso en la gran ciudad y vacaciones de días contados en algún país exótico.
Hacer méritos desde fuera, salvarse del aburrimiento, salvarse de ser ente incapaz de reconocer que se está encerrado en un cráneo, esclavo de su existencia finita no aceptada. Limitarlo todo para creernos infinitos y mas allá no hay otros, esto es, yo, solo yo y mi exageración, "déjeme pasar primero por favor que se me escapan los minutos y llego tarde a trabajar", cola del paro, "quedan tres , quedan dos , ya solo queda uno, me toca a mi" ,yo, mi, mio no tuyo. Coste hecho por el hombre para marginar al hombre, un Nerón reconstruyendo batallas acuáticas para que la historia nos pueda recordar por nuestra cantidad.
Y pensar, y más aún, proclamar con vehemencia que no hay ecuación que justifique costos. Y nos tacharan de blasfemos, idea loca , olvidada de ser tratada de loca, cabecitas locas.
Y articulaste otra vez tu muñeca para sujetarme mejor al asiento, sujetarme otra vez a la idea que el universo era infinito, que mejor así que siglos nos ha costado, CIVILIZACIÓN. Que todo estaba en orden y ya era demasiado tarde para cambiar el estado de las cosas en el que por otra parte tan calentito se está aveces con monitor TFT para las vistas cansadas, las tapas de media mañana, gimnasio con jacuzzi, una ducha caliente después de favores terrenales y la banda ancha saciando nuestra curiosidad.
Y quizás solo sea eso el coste, un invento para creer superarnos en nuestros limites, zanahoria delante de coche que consume mucha bencina, Parcelarnos en frondosas huertas que puedan durar
siempre, peligroso juego de homo sapiens que ansia la herramienta que nos convirtió en herramientas.
Inalcanzable el costo que no nos necesita, que todo lo vivo convierte en inerte porque todo lo requiere estático, constantes con las que juega, que multiplica como por generación espontánea: interés variable, interés fijo, interés acumulado, interés que se come al hombre, que lo hace sumiso, con personas fuera, sin necesidad de hombres. !Muerte al hombre viva el costo¡.
Desde chicos nos enseñan a penar el castigo, si no estudias serás un hombre pobre sin futuro, sin dinero para la escuela bilingüe del niño, sin dinero para el parque de distracciones de suculenta atracción, un parado mas, alguien sin pastel. Europa educándome en el "no habrá sombra para todos" mientras la tecnología iba creando umbrías a un ritmo inusitado, egoísmo de occidente, que es miedo e ignorancia de occidente.
Y con rotundo ánimo decías que había que acabar con el valor añadido que le hemos dado al dinero. Que el dinero es para el trueque, que nosotros no somos el medio del dinero, que es al revés, que el dinero solo debiera facilitar el comercio mas justo (ahorro de coste al fin al cabo, herramienta de los otros).
Y avanzando en semáforo en rojo entre coches parados arrastras la moto que nos porta hasta la salida, salida que era el preludio de otra vuelta de tuerca, de la mano que empuja tu mano que la hace girar. Masa gris rodante. Un Richard Stallman descubriendo intensiones ocultas en un código oficialista y subliminal.
Girar el foco en los otros, porque estaban los otros (la otra parte implicada). Los banqueros, los que guardan las porciones de pastel bajo llave en el armario donde a nadie se le permite mirar, donde no se permite pensar. Y de a una ir sacándolas mientras una larga cola espera a las puertas del Inem una hora antes de que abra, cada uno con su collar de calaveras, eterno goteo de pequeñas leves ilusiones. Intangible la esperanza porque en verdad es como el coste, que no posee cantidad objetiva ni forma concreta.
Y así otra vez al viento seco de Madrid para decirme que los impostores del coste, que es como decir los creadores del solitario beneficio, son los culpables de dar rienda suelta al costo, de lanzar collares de calaveras al camino, los que regalan en la cola del paro el costo, el coste, la estructura rígida, el artilugio comestible. Valer mucho, valer poco, o no valer nada.
Pero si el dinero significa un ahorro de coste en las transacciones ¿no se convierte tal vez en la herramientas de los otros de los que el motorista habla, los del sartén por el mango?, inventores de la maléfica cuerda que te ata al mundo limitado, a la mentira piadosa de son solo 40 años de hipoteca, del todo mundo quieto y documentación, del mucho niños para un hombre de tan poco futuro, de los que han salido triunfantes de esta ficticia crisis, que es como todas las crisis, una justificación para lo que han hecho mal los que crecen por fuera incontroladamente. Llegado a este punto habría que abolir el dinero, hacer decrecer al egoísmo mutilando su excusa, forma dramáticamente efectiva de eliminar la finitud del coste.
Y un rugido más de motor germánico, que de tan impertinente se ha vuelto necesario, un rugido inalienable que hiciera inaudible mi preocupación de donde está mi pastel es este Madrid denso, tupido como la grasa en los entresijos y gallinejas. Moto yendo más rápido que mi bagaje que aún a ratos se arrastran persiguiéndome cada vez ya más lejos.
Quizás siempre sentí que los recursos eran infinitos, que era algo lo que me hacía retrotraerme a la lógica omnipresente de que todo estaba contenido, algo que se justificaba obstinadamente, miedo argumentandose a través de la escuela, del televisor, de la frágil escalera del ascenso, movimiento de ajedrez fulminante del miedo para acabar concluyendo que nosotros estábamos incrustados en algo mas abstracto, como en un código de php no entendido, indescifrable, pasta en blanco.
Era una verdad oculta que se acercaba a la hipocresía. Verdad que era como aquella viejita que reconocí entrañable y de la que años mas tarde me dijera la hermana de Víctor que guardaba en el armario toda clase de instrumentos sadomasoquistas y que en la noche sorda y nublosa de Inglaterra, desde su habitación, se oían gritos de verdad oculta como la del pastel.
No se en que calle quedaron las palabras que el casco no me dejó escuchar, al igual que no se
en donde queda ahora los canarios quieren su plato, yo quiero mi plato, si no es el plato una unidad indivisible y limitada, si no es mi plato, ni el de mi hermano, ni si quiera el tuyo, es un plato lleno, una moto crujiendo en la eternidad de los aires espesos de Madrid, en mi pastel de tantos años perdido en un segundo intenso, un todos que contiene la infinidad de inacabables platos, un donde está el norte en esta ciudad.
¿Pero que hay para todos en el eterno hay, en el todo de todos, si yo formé alguna vez hematoma en la embriaguez , si hay ocasiones en que no hice lo que debía, si el pecado es inherente al dios bueno culpable de creerse bueno y al malo de esconder verdad oculta?. Ninguno de ellos tiró la primera piedra la había robado el coste, y así hasta los dioses budistas tuvieron que agachar la cabeza economizando respiros. El futuro ya no es lo que era, estamos solos en esto, solo nos queda la persona, solo la persona puede derrotar al coste y recuperar el futuro que nos guió como especie.
(los dioses salieron corriendo o se vendieron al coste que se presentó en audiencia con traje negro y gargantillas de oro del que se revaloriza en época de crisis y usurpó su lugar a algunos de aquellos).

Como todo sigue el brillante sentido causal del ánimo, animémonos a. Que si, que aquel programador me lo dijo sobre eficiente moto alemana, en movimiento de rueda, sacrificio del viento, pensamiento como cuchillo girando en el vacío, en el segundo latente tras los ojos.

Hay que empalar al coste, hay que empezar por abajo, primero por los salpicados, los impregnados de mierda hasta el cuello, los presos del coste de mayor condena, los
pobres mas pobres. y de ahí ir subiendo poco a poco hasta el salpicador, allá arriba, mas
alto que el corazón, sacar la estaca por su boca, tapiarle su adoración al coste. Una vez que el palo asome por el intestino todo será mas fácil, porque la base somos mas gente y tenemos el verdadero poder aunque no lo sepamos, aunque no sepamos como es eso de empalar al coste. Así cuando vayamos por el esófago los banqueros gritarán de terror y se plantearan sumarse a la mayoría, pues es su propio interés el que les mueve y su relación con el coste es fútil en el convencimiento y la moral. Forzar a los discípulos del coste a abandonar una religión que ya les producirá perdidas, por que de eso se trata, de devaluar el coste, que es un estado mental, una creencia como el motorista insinuó. Tenemos la tecnología en nuestras manos, hagámoslo, aunémonos, hagámonos.
Y después... un bache que me hiciera un segundo antes sostenerme sobre mis pies para evitar el golpe que ya era inevitable. Una huida entre dos coches, un menguante día de otoño que aún es caluroso aquí donde hoy calló un tenique como un rugido perpetuo en la idea, como una moto en el regreso.
Pero … ,¿y que harán los que no se aúnen?. Ellos se refugiaran en instituciones arcaicas con problemas de base. Irán llorando al banco mundial, a la organización mundial del comercio, a el fondo monetario mundial, a los bancos o a los estados que gobiernan el mundo . Todas estas instituciones justificaran a los replegados hasta que pierdan definitivamente el poder del coste, Entonces nos vendrán temblando.
El fondo monetario mundial alegará que no querían, que se vieron obligado, que ellos solo hacían su labor, que la culpa es de los estados que acataron inmoralmente sus decisiones sin plantear una alternativa mejor, estados sin postura critica y estados con el privilegio del patriotismo, estados que ya no controlará.
Los países a su vez echaran la culpa a la organización mundial del comercio que habrá dejado de decidir que países pueden o no estar dentro del mercado mundial, y que a su vez dirán que si los bancos o estados unidos mientras el resto de estados pobres lo acusara de odiar a los algodonales de Senegal o el arroz de Haití.
Y el banco mundial en un último intento de controlar la situación propondrá poner su cede en el Aaium pero ya la oleada subsahariana habrá empezado a cruzar el sahara, el tiempocronometro cotizará en negativo y ni la onu podrá salvarla, pues estará muy preocupada en captar naciones adeptas al antiguo orden, quizás entonces se ocuparan una isla donde habiten todos los que en el pasado entronaron al coste.
Algunos de ellos, los más sinceros, agonizantes, intentarán más que conservar su porción de coste salvarse de la desilusión, pues en verdad no se trata de un demonio impersonal y malévolo, es mas bien una convicción en valores equivocados, una desilusión de las ideas que a algunos les será imposible abandonar.
Todos estarán esperando algo que resucite la ilusión que convertimos en obsoleta, porque para nosotros ya no será aceptable disociar a la persona, porque integramos al sentimiento y al pensamiento, a la palabra y a la acción, a la mano y a la cabeza. Teoría del decrecimiento aplicada esta vez a los sentimientos equivocados, consumiremos menos de esto, menos de una ilusión que quedó en la cuneta, mas acá o mas allá. Entonces, imagino, olvidaré que hubo alguna vez un pibe del polígono hablándome de la solución a tanto pobre, que según él sería la aniquilación de los mismos, ahorrar al mundo semejante carga , cuadrar las cuentas que organizan al mundo cuadrado. Galeano denunciando a los que justifican la pobreza como el justo pago a la ineficiencia, ¡elimina la pobreza mata un pobre reza la eficiencia del costo!.
Los que no puedan soportar el nuevo orden harán como el alacrán del que hablaba el padre del quillo, cuando lo colocó en un cacharro con fondo para que no escapara y lo puso al fogón, el alacrán se agitaba rabiosamente intentado escapar, cuando la temperatura rozó lo cruel el alacrán arqueó su aguijón hacia su cuerpo y lo clavó pereciendo en su propio veneno. Veneno que habrá dejado de tener mortalidad para la persona porque seremos inmunes mostrando indiferencia al coste.
Pero para entonces será tarde porque habremos creado nuestras propias instituciones de manos de una tecnología que nos incentivará la esperanza, una tecnología que nos salvara pero no al estilo de un dios sino de verdad, sin engaños . Las decisiones serán porciones de todas las decisiones individuales. Habrá parlamentos virtuales en los que la voluntad de todos estará presente y cada resolución tendrá que ser confirmada por un referéndum, una consulta que convertirá la representación ciudadana en su expresión máxima. Votantes internautas porque la brecha digital será algo del pasado, y todos tendremos acceso a la información del humano para el humano en un inagotable ancho de banda que la tecnología habrá resuelto para crear aplicaciones en las que los ciudadanos manifiesten que lado de su plato escasea.
Y ya no habrá escusa de costes cuando cada decisión ejecutiva requiera del sufragio universal virtual. La información no será lujo y viajará libremente de cabeza a cabeza.
La teología intentara captar a algunos, reclamará su puesto pero le recordaremos como fue que alguna vez la guardia suiza del vaticano fue cazando protestantes campesinos por toda Europa, o como fue que chií o suniis se comían entre ellos por una interpretación diferente del Corán, pues ¿quienes sujetos son capaces de interpretar lo mismo de la lectura de un libro? Y recordaremos a los judíos que el verdadero pueblo de dios es el que guían su destino libremente sin oprimir a terceros.
No habrá vuelta atrás y se refugiaran . Todo estallará y será como una lluvia de hojas secas en el corazón y un bípedo de dos ruedas trepando por el otoño madrileño hasta la calva del mundo en un estado que se derrite a medida que se pierde el verano, que se pudre en el olvido, en la estrella que se perdió, que ya no guía, que ya ni tan siquiera se busca.


El alzamiento postergado oculto en los genes II: Simón Bolivar.


Y bien podríamos vestirle un tamarco a Bolivar, tiznarle una barba y quedaría pintado un Faycán.
Se sabe de la ascendencia canaria de Bolivar, de tan origen que entre sus anteriores tenemos a la aborigen Juana Gutiérrez con la que se amancebaba el fundador de la Villa de Garachico y la princesa de Teguise, obligada a casarse con el conquistador. Él habló de una América unida y emancipada, sus ascendientes sufrieron otra cosa,


Contradicciones 2: Peñate se dió de baja.


Vaya, vaya, Peñate, quien te ha visto y quien te ve. Ahora mientras me cuentas de afganistán te recuerdo en la plaza de san telmo donde acampamos durante un mes para nada. Que cosa mas linda Peñate, diciendo no a la guerra de Irak, no a la ilegal brutalidad en el mismo sitio donde cada año se celebra una misa en recuerdo de franco.

Que poco conocías aquella tierra en aquel entonces. Pero cuentame, sigue contándome como conducías el jeep por pueblos en la montaña, el impulso vital de los niños, la hospitalidad de sus gentes, como cambiabas comida por armas, como en el descubrimiento pausado de los meses llegaste a conocer a aquellos habitantes de las montaña que te espantaron el demonio de la mente. Pero no te me quedes solo en la sugerente efervescencia de lo pintoresco, cuentame además como transportabas mercancía de la peligrosa hasta los campos de opio. Un jeep con representantes de compañías farmacéuticas holandesas y alemanas conducido por ti, eso si te quemaba por dentro !eh Peñate!, vendiendo la vida de esos niños a un holandés que no dijo ni mu en dos horas de viaje por carreteras empedradas y cordilleras ocultas.

Por supuesto, tú solo conducías un jeep. Pero a ver como me explicas eso de no renovar tu misión, de los no se cuantos miles de euros rechazados, a ver como explicamos a la gente de que por culpa de eso precisamente tuvieras que limpiar retretes, te aplicaran arrestos de franco ría, y sufrieras las tareas más duras del cuartel. Esa marginación de los compañeros por no renovar en una misión que definitivamente no era la tuya. A ver Peñate si tienes valor de contarme que contradicción te comía por dentro. A ver como me explicas eso de que te dieras de baja de esa profesión y te hicieras civil trabajando en un taller de coches en Zaragoza, que eso si era lo tuyo, sin contradicciones. Pues que problemas de tu gente arreglabas allí, que te aclaren que tenía que ver el conflicto pesquero canario-sahariano con los intereses de farmacéuticas europeas en afganistán. ¡si peñate, te estaban globalizando!.

Y sobre todo, en todo, a ver como le cuentas al mundo ese sueño que a veces te llega de las sombras en el que un campo de niños hecho de amapolas es cortado, uno por uno, desde el tallo, por un holandés para colocarlas en un botiquín que tu llevaras a la posta del cuartel. Vaya , vaya, peñate, quien te lo iba a decir.

EL RELENTIZADOR.

    Su panza boca arriba se abrió en canal y algo de aquellas entrañas de pus salpicó en las gafas del abuelo, era normal el pulso del abuelo con el bisturí. Varias veces me planteé marcarle alguna raya de anfeta para estos procesos pero el viejo no era de esos que dopan la curiosidad por su decadencia, siempre tan real el abuelo.
     Las antenas no pararon de moverse durante algunas horas , la cucaracha quedó ahí, destripada, arrimada a una esquina de la mesa sobre su papel, como reliquia de un experimento que era un misterio en aquel entonces.
     El cuarto del abuelo era un laboratorio, en sus 4 metros cuadrados se cocinaba el mundo. La cama bajo la ventana pa despertar a las primeras luces, un pequeño ropero donde quedaron olvidadas, a causa de utilizar siempre la misma ropa ,dos piezas por vestimenta, y frente al ropero la vieja mesa provista de probetas y mechones.
     La experimentada mesa aun aguantaba a pesar de su desgaste,estaba echa a prueba de bombas se podría decir. Sobre la mesa tres niveles de estantería, en el último tres libros recostados sostenían un montón de libros de química puestos de canto. Los tres libros durmiendo sobre la estantería eran uno de Nietzsche , uno de Freud y otro de Sartre. Una vez le pregunté al abuelo quienes eran y el me contestó que un loco,un cocainómano y un anfetoso y ya no quise preguntar más.
     El primer nivel eran unos frascos con inscripciones en árabe que contenían toda clase de polvos y semillas. En el segundo nivel de la estantería un tarro con un guiño levitando dentro, un ojo disecado de un exótico mamífero de 4 ojos, que por lo visto era un cuadrúpedo de las selvas centroamericanas. El abuelo nunca contó como llegó eso hasta la isla, de pequeño siempre pensé que era el ojo que le faltaba al abuelo. El ojo andaba flotando en Ñark, que según él era el jugo de unas semillas que un amigo le había enviado de una ciudad de África llamada Touba o toubab, no recuerdo bien, y que era muy buena para la vista.
    Bajo la estantería, y entre las probetas de cristal italiano, dos relojes alarmas que sonaban a distinto tiempo, uno para el cocinado químico y otro para medir el tiempo de enfriamiento de las mezclas.
    Bajo la mesa una garrafa de 25 litros de Metanol a 25 euros, del que no se encuentra en canarias y con el que el abuelo fabricaba biodiesel. La garrafa tenía una larga pluma blanca adosada a la tapa.
    Para rematar un montón de cuñas afirmaban la bailona mesa que de tanto uso químico comenzaba a marcar en la superficie el relieve de los aros de corteza del árbol origen.
    El abuelo no me dejaba tocar sus cosas. Yo las observaba a distancia, y desde mi imaginación, herencia del abuelo tal vez, jugaba con ellas.

    Ya desde hacia unos 5 meses antes del destripamiento de la cucaracha el abuelo andaba mas absorto que de costumbre. Sobre todo después de aquel día que mi padre salio tarde de casa para embarcarse en la plataforma. El viejo se puso como una furia con el abuelo, “que ud porque tarda tanto en orinar”, “que por la mañana yo tengo que salir bañado a trabajar” y recriminarle a la vieja que por culpa de su padre hoy no embarcaba y a ver que comemos luego. Pero la vieja nunca callaba y contestaba a todo con el “ya está bien, deja a mi padre en paz”.
   Y al rato cuando ya el viejo salia susurrarme el abuelo que mi padre era un chiquillaje, “que mira ahora lo que está haciendo sacando petroleo pa los españoles, que si acaso el tendrá trabajo mientras el resto del barrio se arriesga a hacer cosas como pescar jacas en luna llena. 4 puestos de trabajo y se nos llevaron el petroleo, ni en Nigeria. Pero claro eso que coño le importará a tu padre, bien canario el cabrón” sentencia con culpa.

   Desde aquel día, el abuelo, después de mandarse el plato de papaya con azúcar que la vieja le sacaba fresquito de la nevera, y para no molestar, se iba a orinar a la acequia. Y así volvía a enfrascarse en su laboratorio con las manos humedecidas de orina y pegajosas de papaya seca, siempre tan limpio el abuelo.

   Al viejo nunca le gustó que el abuelo estuviera encerrado en su laboratorio de madera, “en vez de estar con los cacharros esos, debería hacer algo útil este viejo”, y la replica constante de la vieja “deja en paz a mi padre” mientras el abuelo presente no decía ni mu, cualquiera entiende al abuelo también.

   A mi el abuelo siempre me cayó bien, le compraba aquel tabaco, puras virutas de madera, a escondidas de la vieja. A cambio él me prometía que nunca probaría sus experimentos conmigo y ya me dejaba el día preocupado. Me gustaba, cuando se dejaba, verlo concentrado en sus experimentos, frunciendo sus cejas de tentáculos, con la sombra sobre las probetas de un bello cobrizo que le afloraba de la nariz. Era tuerto, un solo ojo controlaba los experimentos, por eso siempre requería mi ayuda, ademas de por tener unas rodillas a su edad de porcelana china.
   Pero el abuelo estaba tan seguro de si mismo que parecía que solo tenia que estirar el brazo hacia el infinito, desde el columpio de sus experimentos, para embarcar en el tren que surcaba los cielos.

   El día de la cucaracha él me pidió ser testigo de un experimento insólito, y el abuelo era serio en sus afirmaciones así que la excitación me privó la intriga. Me dijo que me quedara en una esquina y le hice caso por temor a que callara para siempre conmigo como había echo con el viejo.
   Comenzó escogiendo un frasco con liquido del color de la cerveza, lo sostuvo a trasluz de la ventana, se viró y me dijo “ lo que acaba en la acequia”. Lo vertió en una gran escudilla de cobre “cobre del bueno, chileno”. Luego metió el ojo de selva panameña en la escudilla, lo agitó y lo volvió a sacar, le pregunté al viejo porque el ojo lo volvía a sacar, a lo que me contestó que quería comprobar si aun flotaba. Que de secretos el abuelo.
   Lo de la papaya, era mas de lo mismo, extrañeza tras extrañeza. La partió por la mitad y la majó hasta que quedó un barro arcilloso lleno de hebras que acabó también en la escudilla de cobre. “Papaina con urea el despigmentante fundamental" me sonrió el abuelo, y yo ya intuí que alguna fortuna obtuvo al ser humillado a orinar a la acequia.
    Prosiguió mojando la angelical pluma en el bote de Metanol y revolvió con ella el caldo. Dos gotitas de un ácido sentenciaban lo que yo supuse un brebaje imbebible (1) . Aquella escudilla era una orgía.

    El viejo nunca probaba consigo mismo sus experimentos pues tenía una jauría de cucarachas, cochinillas, escarabajos y no se que mas bichos con los que probaba sus investigaciones.
   Sacó una cochinilla de su urna y con un cuentagotas le dejó caer un par de lágrimas, luego tiró la cochinilla al suelo, al instante se enroscó y rodó a su velocidad habitual pero en cuestión de segundos su giro bajó de revoluciones, cosa que aprovechó el gato para comérsela. El abuelo volvió a sonreír.
   Cogió esta vez la cucaracha, la selló sobre un papel y le aplicó la sustancia. Pasado unos segundos la rajó por su abdomen, “a ver cuanto tarda en descomponerse” dijo y ahí llegaba el abuelo a ese momento en el que solicitaba dejarlo solo. Te invitaba a salir siempre con la misma frase “esta cueva es solo para gente experimentada”.

   Ya para cuando la cena, el abuelo no esperó a que termináramos para comer como solía hacer. Se sentó al lado del viejo y esta vez los que enmudecimos fuimos nosotros. Incluso se adelantó a la vieja ofreciéndose a traer el caldero a la mesa, momento en el que vi al abuelo, al primer despiste familiar, soltar un par de gotas en el plato del viejo. Puta que me puse nervioso, pero con el abuelo siempre era así, había que confiar en él sin pedirle explicaciones.
    El viejo se quejó que su plato estaba húmedo y el abuelo sin mirarle le sirvió un cucharón con trozos de cherne, batata y papas, a lo que la jaya de mi viejo no podía replicar palabra. El viejo era de los que raspaban el plato con migas, sobre todo si se ha surtido con mojo.

   No dormí en toda la noche, me imaginaba al viejo enroscado rodando cuan cochinilla mientras un dragón le escupía un fuego que arrasaba a mayor velocidad que sus giros. Que terrible!.
   Mi vieja se levantó mas jovial que nunca, despertándonos a todos como si fuera día reyes. Desde temprano se fue al mercado. Ya eran casi las 8 de la mañana y el viejo todavía en el baño eso si era raro. Mientras preparaba el macuto para clase lo vi abrir la puerta feliz y parsimonioso, y antes de cerrarla me grito como en una letanía que hoy hiciera lo que me diera la gana. Y me lo tomé en serio porque volví a dejar el macuto en el suelo y fui a la habitación del abuelo que ya se encontraba en el baño.
   Estaba como siempre, el ojo abrillantado con Ñark, los libros de los drogadictos, la rígida pluma reposando en la mesa, las alarmas apagadas, el brillo del cristal a prueba de vibraciones de las probetas, todo estaba como siempre. Todo menos un detalle, la cucaracha que había sido destripada ya no estaba.






(1) métanla en la rae ya, que la utiliza to dios.