viernes, 1 de marzo de 2013

Paternalismo


Vanesa participó como observadora en la votación de una comunidad indígena guatemalteca sobre si dejaban entrar o no en su territorio a cierta empresa extranjera. Me cuenta que en la recogida de votos había dos mesas, frente a una había una larga cola de adultos goteando las papeletas en la urna y la otra una columna de niños también con sus papeletas en la mano, “ellos votaban también sebas!”, ”porque algo tendrán que decir también los niños”. Si, pensaba yo, y es que acaso los niños no padecerán la contaminación si esa empresa logra instalarse en la región , no compartirán la miseria con los adultos si el desastre duerme en su comunidad.

La visión paternalista del niño en occidente en cambio lo relega a un ser que no sienten, no piensa, no opinan, algo que no llega a ser todavía persona (como si hubiera nacido incompleto).
Y es que el niño aprende tan eficazmente que rápidamente adquiere el rol en el que lo hemos puesto en occidente.

En una comunidad Mourrid, un niño es también responsable de su comunidad y como tal trabaja, en otras condiciones que el adulto, por la comunidad, y esa es precisamente la más valiosa formación que se le puede dar a una persona. Desde occidente (el mismo que convierte a nuestros niños en inútiles que aprenden datos que no le servirán para nada) se escandalizaran y hablarán de explotación infantil, incluso crearan un marco de excusas para recriminar a las comunidades que traten como personas a sus niños, así estarán en boca de todos los objetivos del milenio.

Nosotros formamos a los futuros empresarios o empleados de empresarios que ejercerán la verdadera explotación infantil en los países que a nuestro ver serán siempre países en desarrollo ¿tal vez porque nos interesa verlos así?.

En occidente se le ha perdido el respeto al niño, y es natural por tanto que el niño se lo halla perdido a la sociedad. Son las formas violentas del niño en occidente, sus trastornos de comportamiento y hasta cognitivos (cuando se le educa al niño desde la hipocresía este ya no sabrá distinguir siquiera entre realidad y ficción), que no son otra cosa que contradicciones creadas en los niños desde el estado, desde el sistema educativo, desde la familia e incluso desde la iglesia católica.

Nosotros educamos más bien a los niños en el miedo (quizás porque pensamos que eso nos permite controlarlos), el miedo a un futuro incierto, miedo a lo que es una persona por fuera y no por dentro, miedo a no encontrar trabajo, a no lograr ser rico o con un estatus social “decente”, en definitiva los miedos que la sociedad a incrustado en los adultos y que ellos comparten con su hijos.

Reflejo de ello es incluso la relación entre estados del imperante occidente sobre oriente, como si las comunidades no pudieran decidir por si mismas su destino, como si fueran protectorados nuestros, (nos extraña aún que nos comportemos asi con nuestros hijos si nuestro país se comporta así con los no occidentales?), así haremos guerras (o las apoyaremos que es una forma cómplice de participar en ellas) en Mali, Sahara Occidental etc.

Jamás olvidaré la conversación con aquella persona de 12 años en Niebla (Chile), fue realmente una conversación de adultos, una conversación que pocos adultos del lugar de donde vengo tienen. Porque confieso que aquella conversación con aquella personita de 12 años, orgullosa de mantener a su familia, me hizo sentir infantil.