miércoles, 16 de julio de 2014

Contradicciones 3: Monocultivo, la estrategia colonial.

     Primero fue la caña de azúcar, luego vino la cochinilla y por último nos metieron el plátano.
     Con la caña de azúcar vino el agotamiento de la tierra y la emigración. La cochinilla, algo mas natural por su predisposición a las tuneras, fue solución púrpura hasta que la industria sintetizó este color y produjo la eterna secuela, el hambre. En mis tiempos fue las plataneras, ese árbol cuya constitución es prácticamente agua en una tierra donde llueve a desganas. Un cultivo que hoy en día no sobrevive sin subvención, como siempre crear dependencia.
     Serán los ingleses los que embarquen el plátano y ya una vez en Canary whart (canary wolf le hubiera venido mejor) su distribución y comercio serán también anglosajón como nuestra subordinación.
    Con la previsoria inteligencia de un inglés, mr liko, allá por Galdar, decide dejar las plataneras y volver al país de la lluvia con ya los beneficios cumplidos y un cáncer en las islas. Se recuerda a este insigne inglés, como aquel gentil hombre que cuando se fue regaló sus fincas (jjajajj sus fincas!) a sus capataces cebolleros. Nadie en la isla parece percatarse que lo que heredaron esos capataces fue unas fincas que ya no producían igual, de la misma forma que no llueve como antes. Y las secuelas vuelven a ser las mismas, una cáscara de nuez llena de hambrientos sorteando los sargazos.
    En todos los casos la dependencia es una y se llama monocultivo. Es la contradicción que crece en la naturaleza, esa que por instinto es biodiversidad. Esa contradicción no se da solo en casa, también puede ser una francia incentivando una manta solo de cacahuete al sur del sahara o una alemana cultivando y exportando el mejor arroz desde el sur de Senegal mientras los senegaleses comen arroz de Tailandia (sepamos ver porque también somos África).
    Y es tan profundo su impacto que cambia hasta costumbres culinarias, nadie en África hace siglos pensaría que acabarían cambiando el nutritivo y suculento plato de mijo o ñape por un plato de arroz, ese grano introducido por los europeos en cultivos coloniales.
   Y tampoco el mar se libra de las contradicciones, es el contraste de un cayuco senegalés jalando red mientras de fondo apreciamos un monstruo europeo arrastrando el fondo. La antinomia que se encuentra en aquel pescado a precio asequible en Madrid mientras los senegaleses no pueden comer este su endémico pez.
   Y como antítesis violenta tenemos a Colombia y sus cafetales, esos árboles que plagan el Cauca y que hartos de químicos harán a la tierra aburrirse de la vida (menos mal que en este mundo hay gente como Lila, y Asocal su ejemplo).
  Y como no, habrá que hablar de Soria, esa contradicción de la naturaleza, que incentivó las energías renovables en Canarias para años después apresurar a la comunidad autónoma mas empobrecida de españa para extraer petroleo de las profundidades del atlántico. Este petroleo ni atracará en canarias. Si hablamos de contradicciones él se lleva la palma.



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