Coni
llegaba tan cansada de clase que ni hambre ni sed impedían que el
sueño la absorbiera profundamente. Y en su sueño fue invitada a un
banquete con suculento curanto y jugo de esos de sobres y pastel de
choclo y krugen de frambuesa de postre. Luego se le convidó a una
fuente de rica bebida de nombre inenarrable que saciaba su sed. Así
hasta casi la mañana en eterno sueño saciador de hambre, sed y
cansancio.
Solo había un problema a tal ensoñadora terapia. A veces, un baño de puro mármol esperaba al fondo del salón donde se
celebraba el banquete y Coni despertaba con tibieza entre las
piernas.
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